El día que a Indira le dijeron los médicos que no quedaba más por hacer para vencer su cáncer, se sentó frente a sus padres para decirles que ella estaba orgullosa de la fuerza que ellos habían tenido frente a la enfermedad, que iba a despedirse de una familia excelente y que quería irse feliz con el promesa de que ellos no dejarían que la tristeza les venciera ni a ellos ni a su hermanita Ambar, porque ella sería un angelito vigilándoles desde el cielo.
Afortunadamente, Indira no emprendió aquel viaje hacia el cielo, sino hacia una nueva oportunidad para curarse en el Hospital La Paz de Madrid gracias a la labor conjunta de cinco organizaciones solidarias. La niña, que tiene muchísima curiosidad por cada cosa que le rodea y una ternura extrema que contagia, agradeció esta mañana en el aeropuerto a las fundaciones y ONG que han querido ayudarla. Poco después de su llegada, había conquistado el corazón de todos nosotros e incluso de los periodistas que filmaron su bienvenida.
Llegaba de un largo viaje de avión que supuso toda una aventura para ella, de una semana de despedidas y emociones en Ecuador y el cambio horario jugaba en su contra… pero Indira no quiso descansar hasta entrada la noche porque “no quiero dejar solos a los que vinieron a buscarme al aeropuerto y me esperaron en las Casas para recibirme y darme su amor para que yo no me sintiera sola”. Keyla y Valeria, que están encantadas con la llegada de una nueva compañera, no la dejaron ni un momento descansar.
En algo no se equivocaba aquel día que Indira sentó a sus padres tras recibir la trágica noticia sobre su estado de salud. Ella es un ángel, pero un ángel que, afortunadamente, se quedó a vivir en la tierra.
Indira llegó a Madrid en abril del 2010.
Llevaba tres años luchando contra el cáncer.
Llevaba tres años luchando contra el cáncer.
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